Alfonso tiene 10 años y hace dos años le diagnosticaron TDAH.
“¡¡Es un niño muy movido!! ¡¡ no para quieto!!”, “no sigue las explicaciones”, «es incapaz de permanecer sentado en la silla mientras hace los deberes”, “siempre interrumpe a sus compañeros”... son expresiones con las que padres y profesores me han llegado a describir en multitud de ocasiones a niños y adolescentes que sufren el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Cuando hablo con Alfonso, él siempre me dice: ¡No podré!, ¡No podré!. Soy un desastre, siempre pasa igual. Y mañana… el comentario de siempre: “Alfonso, seguro que hoy tampoco has traído los deberes, ¿verdad?”. No es justo, ¿no se dan cuenta que me estoy esforzando?. No entiendo porque me sale todo tan mal. Empiezo a estar harto.
¿Qué es el TDA con o sin hiperactividad?
Éste es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por el déficit de atención, impulsividad y/o por hiperactividad excesiva e inapropiada para la edad del niño.
El TDAH es uno de los trastornos de comportamiento infantil más frecuente. Oscila la prevalencia global de este trastorno en torno a un 3-7%.
Hay muchos Alfonsos: el que «no para», el que «pierde las cosas y se está peleando constantemente con sus compañeros y amigos» o «el que no entrega los trabajos ni las tareas escolares a su hora «. Y es que sabemos (según el DSM IV, Manual de diagnóstico y estadístico de la Asociación de Psiquiatría Americana, 1994) que este trastorno se puede dividir en tres subtipos diferenciados:
• El niño/a o joven inatento: predomina la dificultad de atención
• El niño/a o joven hiperactivo-impulsivo: predomina la dificultad en el autocontrol
• El combinado: presenta síntomas de hiperactividad, de impulsividad y de inatención.
A todos ellos y a sus familias les ha resultado difícil entender y aceptar que no ha sido culpa suya; que este trastorno tiene origen neurobiológico y que con un buen tratamiento multidisciplinar, que contemple la familia, la escuela, el profesional clínico y al mismo niño o joven, se pueden evitar muchos problemas asociados como: bajo rendimiento académico, fracaso escolar, baja autoestima, problemas emocionales, dificultades en las relaciones familiares o problemas en sus relaciones sociales.
¿Qué es la autoestima?
Para entender qué es la autoestima primero necesitaremos definir qué es el autoconcepto. El autoconcepto es la representación mental que cada uno tiene de sí mismo refiriéndose a cómo nos ven física, personal y socialmente. Esta representación o descripción se realiza a partir de la imagen que la persona capta de sí misma en los principales contextos en que se mueve: escolar, social, familiar, laboral, etc.
En el momento en que el niño compara esta imagen, que ha ido formando de sí mismo, con la imagen ideal de la persona que querría ser es cuando decimos que se empieza a formar su autoestima. Un niño, por ejemplo, puede pensar que tiene una inteligencia normal (autoconcepto) y ello le desagrada ya que la querría tener superior (autoestima). Si la diferencia entre la imagen que tiene el niño de sí mismo y la ideal es muy grande, la autoestima será baja; si la diferencia es pequeña la autoestima será alta.
Más del 50% de niños con TDAH presentan problemas emocionales como: sentimientos depresivos, sentimientos de desconfianza, inseguridad o baja autoestima.
“DIME QUÉ CRÍTICA RECIBES Y TE DIRÉ CÓMO TE SIENTES “
“¿Por qué has de ser tú siempre el que lo haces mal?”, “¿Por qué nunca haces los deberes?” “Siempre te estoy repitiendo las cosas, ¿es que no me puedes hacer caso a la primera como lo hace el resto de la gente?” .
No es extraño para un niño con TDAH oír este tipo de comentarios o críticas. A menudo se les confunde con niños maleducados, gandules, vagos, pasotas o tontos.
Cuando a un niño continuamente se le dice “no haces nada bien”o «siempre eres tú quien…», el mensaje que él recibe es una cosa parecida a esto: «núnca harás nada» o «no eres capaz» o «todos sabemos que no lo conseguirás y por eso ya no lo esperamos»
El niño con TDAH, a menudo, debido a sus dificultades en el autocontrol, tiene problemas en sus relaciones con los demás (amigos, compañeros de clase, hermanos,…). Un niño que no se ve capaz de controlar lo que hace, lo que dice o lo que siente es un niño que no se siente competente en sus habilidades sociales. Desearía tener más amigos, no tener que pelearse, asistir a más fiestas de cumpleaños, etc.
El niño con TDAH si no es tratado adecuadamente no sólo continuará teniendo dificultades para atender y controlar sus impulsos sino que llegará a rechazarse a sí mismo, a la escuela, a los compañeros o amigos y/o incluso a la familia, mostrándose desmotivado para superar sus dificultades.
NOS PREGUNTAMOS: ¿ “NO LO PUEDE HACER” O “NO LO QUIERE HACER” ?
Un niño con una autoestima baja se siente mal consigo mismo, le falta coraje para afrontar retos y puede llegar a sentirse infeliz o hacer sentirse infelices a las personas que le rodean.
No es lo mismo un niño que piensa “como soy muy listo lo sabré hacer” que otro que piensa “no podré conseguirlo nunca” . El primero lo intentará mientras que el segundo abandonará antes de intentarlo o ante la mínima dificultad.
Cualquiera de nosotros cuando debemos enfrentarnos a algo que nos cuesta o desagrada preferimos evitarlo o rechazarlo, por lo tanto, en muchas ocasiones, el niño con TDAH con una autoestima baja, ante tareas que le resultan dificultosas prefiere no tenerlas que realizar, pudiendo mostrar este bajo nivel de autoestima de diferente modo:
• Dice: “no lo quiero hacer, pues me cuesta y no lo conseguiré” , este niño expresa abiertamente sus dificultades.
• Dice: “lo haré después, ahora no puedo” , hace intentos para evitar la tarea, no expresa abiertamente sus dificultades y trata de esconder su sentimiento de incapacidad.
• Dice: “no lo pienso hacer, esto es para niños pequeños, es una tontería, es super fácil” , de forma encubierta lo que nos está expresando es que le resulta difícil y se enmascara haciéndose el “chuleta” o prepotente. Es importante no confundir a este niño con un niño con una alta autoestima.
CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA :
Para mejorar la autoestima desde casa se pueden tener en cuenta las siguientes consideraciones:
• Comentarle todos los aspectos positivos de su conducta. Cuando a la madre de Alfonso le preguntamos si felicita a su hijo cuando éste permanece en silencio jugando en su habitación, ella nos responde: así lo“¡no!, Pues creo que eso es lo normal, así lo hace su hermano” . Debemos entender que para Alfonso no es fácil permanecer en su habitación, colgar su cartera al llegar a casa o ponerse a hacer sus deberes cuando se le pide. Hará falta que elogiemos y felicitemos cualquier conducta que para él sabemos resulta difícil (debido al trastorno).
• Ayudarlo a analizar correctamente sus problemas. Mientras Alfonso hace sus deberes a menudo comete errores, olvida anotar la respuesta del problema o el número que se llevaba en la resta y, cuando se lo mostramos, el se repite “es que soy tonto” . Debemos ayudarle a analizar que no ha sido una cuestión de inteligencia sino de atención (decirle: “te has distraído” ).
• Ayudarlo a aceptar sus propias limitaciones. Para conseguir que el niño o joven se acepte a sí mismo hace falta primero una aceptación por parte de quienes le rodean, valorando y aceptando sus competencias y dificultades. A través de la empatía, es decir, dando a conocer al niño que comprendemos sus sentimientos o preocupaciones, podemos ayudarle a que entienda que todos tenemos dificultades en algunas áreas y capacidades en otras.
• Tratarlo siempre con respeto. Evitar frases como “eres un gandul” , “eres malo” o “eres un irresponsable” e intentar substituirlas por “entiendo que te de pereza pero recuerda que cuando antes lo acabes antes podrás salir a jugar” o “si dejas tus juguetes desordenados después te cuesta encontrarlos”. Evitar en todo momento comentarios que ridiculicen lo que dice o su comportamiento. Evitar también el lenguaje irónico, ya que éste es ambivalente (las palabras dicen una cosa pero en realidad el mensaje es otro, como: “sí, sí… , supongo que lo harás igual de bien que siempre, ¿verdad?” ).
¿Cómo se evalua un niños con TDAH?
El proceso de evaluación es llevado a cabo ante una determinada demanda de los padres o maestros del niño. En el caso de los sujetos con TDAH, a pesar de que hay síntomas presentes antes de los 6 años, es con la entrada al colegio y con el aumento del nivel de exigencia cuando los síntomas se hacen más evidentes y es por ello que tanto los padres como los maestros buscan una evaluación que explique el por qué de esos síntomas.
La evaluación ha de ser un proceso multidisciplinar en el que participa diversos profesionales (psicólogo, pediatra, docentes…), los padres y el propio niño. La información tanto de los padres como de los maestros es muy importante ya que ambos pasan muchas horas con el sujeto en diferentes situaciones, por lo que los datos que nos aporten de los distintos momentos que pasen con ellos son de gran importancia.